domingo, 8 de mayo de 2011

Come on baby!


Querido Piero Alonso:
Te confesaré que tu madre me sorprendió cuando me dijo que –ya-ya– saldrías a conocer el mundo exterior. Que el doctor le había dicho que tú y ella se quedaban internados en la clínica y que me apresurara a recoger el bolso con todos tus implementos y que pidiera de una vez mis cuatro días sabáticos de paternidad responsable. La verdad –lo admito– es que me quedé petrificado con la noticia, sin atinar a nada, sin saber qué hacer ni qué decir, porque se suponía que debías nacer dentro de dos semanas y no ahora en que salía de lo más despreocupado de la sala de profesores.
Tendrás que comprender, hijo, que tener una criatura a mis cuarenta y tantos años es una experiencia maravillosa, pero al mismo tiempo intimidante. Durante los más de ocho meses que estuviste en ese paraíso acuoso del vientre de tu madre (ya está comprobado que no hay etapa más feliz en la vida de un hombre) me imaginaba cómo serías y qué futuro te esperaba en este mundo de gente no tan cuerda.