“Vivimos en una felicidad basada en el diazepam”

Italiana. Agnóstica. Intelectual. Fumadora empedernida. Orietta Brusa dejó atrás a Berlusconi, esposo e hijos y se vino a vivir en nuestra ciudad, donde vive rodeada de sus queridos perros y gatos.

¿Cómo así vienes a vivir al Perú?
Porque en 1994 Berlusconi se presentó a las elecciones. Y yo dije: Si gana, me voy de este país porque entre los idiotas no quiero vivir.


Es una paradoja, porque muchos latinoamericanos tienen como ideal vivir en Europa o Estados Unidos…
Paradójico, porque los van allá, sueñan. Están drogados con la publicidad del neoliberalismo, piensan que allá alcanzarán todas sus metas, sobre todo en el aspecto económico. Yo no soportaba la forma en que se había vuelto Europa.


Para ti era una situación insostenible…

Sí. O sea, ver que 50 años de historia habían sido olvidados para elegir a un imbécil delincuente como Berlusconi, que le prometía plata a todos, era una vergüenza.

¿Tú crees que el tiempo te terminó dando la razón?
¡Ahora, más que nunca! Nunca me sentí tan inteligente que cuando votaron otra vez por Berlusconi.

 Claro, pero nuestro país tampoco es el paraíso…
No es el mío, entonces jódanse ustedes como quieran.
Pero tú vives acá, dentro de nuestra informalidad, de los aspectos negativos que también tenemos…
Sí, pero aquí tengo la ventaja de quedarme siempre afuera, como observadora. O sea, no sufro lo que veía en Italia; viendo la estupidez total en la que se mueve la gente. Acá tienen una justificación: que nunca han pasado lo que hemos pasado nosotros, el desarrollo que tuvimos y ahora se fue al tacho.

Y sin embargo, varios países de Latinoamérica están dentro de esa misma corriente económica…
Ese es el problema, que ustedes no probaron la otra economía, ni la otra cultura, salvo en pequeñas elites. Nosotros teníamos otra cultura y otro tipo de relación con la economía.


Pero es la fórmula del éxito que nos venden, la receta que han seguido los países exitosos, por lo tanto el Perú debe seguir este camino para el desarrollo…
Mira, cómo están desarrollados ellos después de la crisis (risas). Una vez vino acá un sicólogo a delirar sobre la delincuencia, llegaba de los Estados Unidos. Yo le dije: “me parece inadecuado hablar de la situación de allá”, porque allá hubo Columbine, Virginia, ¿y vienen a enseñarnos a nosotros?


A propósito de sicólogos, tú no crees mucho en ellos…
No.




¿Por qué?
Porque yo adoro sicoanalistas como From, gente que se metía en una sociedad para analizar el problema que daba la sociedad al hombre. Hoy, el sicólogo, con el perdón de mis amigos queridos, porque tengo muchos amigos sicólogos, hacen lo posible para adecuar al hombre a esta sociedad. Prácticamente, aquí el más sano es el loco, porque estamos viviendo en una situación absurda, entonces si yo me encuentro mal, ayúdame a realizarme. Me obligan a adaptarme a esta sociedad.




¿Qué te gusta y qué te molesta de vivir en Trujillo?
Vivir en Trujillo…Yo soy un poquito como Julio César, que estuvo en un pequeño pueblo y vio la lucha entre los notables, y se rió, porque dijo: “acá se pelean como en Roma”. No sólo yo, generalmente el extranjero acá tiene una posición de privilegio. Por lo menos intelectual, de dinero no, por eso no te preocupes. Privilegio, porque somos pocos, no porque soy la mejor.



Te has acostumbrado a vivir sola con tus gatos…
Yo viví emparejada seis años de mi vida, en dos intervalos, además. Cuando mis hijos estuvieron creciditos, les dije: “o se van ustedes o me voy yo”. Me fui yo. A los 40 me fui de la casa donde vivía con mi hijo…


¿Y por qué esa relación tensa con tu hijo? Porque mi hijo, a pesar mío, salió un buen chico.


¿Querías que fuera un “mal chico”?
¡No, quería que fuera diferente de la mayoría de los buenos chicos!, que el sábado van a la discoteca…Yo recuerdo que le decía, “mira, hay guerra en Somalia”, y él respondía con indolencia. Yo he crecido con la famosa generación del 68, con fuerte interés y compromiso social. Mis dos hijos eran huevoncillos, muy mundanos, un poco frívolos…entonces el choque fue brutal.


Sin embargo, muchos de los que fueron protagonistas de Mayo del 68 se convirtieron luego en presidentes conservadores, banqueros, etc, justamente todo lo opuesto contra lo que lucharon….
Piensa que Bush fumaba marihuana, qué pena que dejó de hacerlo, ¿ya ves que no hace daño la marihuana? (risas), es que la gente cuando envejece se vuelve cojuda. Ahora da pena ver a los jóvenes de hoy, ilusionados de ser “profesionales de éxito”, pero que no saben leer…En nuestra generación pedíamos lo imposible; pero no la limosina, sino la paz; no el abrigo de visón, sino la posibilidad de estudiar más.


¿Tú crees que los chicos de ahora no tienen ideales?
Poquísimos, pero es un milagro que existen.

Pero hay estudiantes rescatables…
Sí, pero la masa mata…por si acaso…



¿Y esa masa se estupidiza más por los medios de comunicación?
Ayudan, ayudan, pero también tienes a papá, a mamá, profesores, toda esa gente, que los pobres (jóvenes) no tienen huida. En la generación del 68 tú tenías al profesor fascista y al profesor comunista, por lo menos tenías dos ideas en la cabeza. Ahora tienes sólo una: no es derecha, izquierda, no sabe qué es. Puro sueño.



Y que se nos ha vendido como la panacea.
Y la única opción posible porque te hablan de economía como te hablan de la marea: nunca va a cambiar. Y la felicidad por todos y para todos.


Una felicidad que tú dirías es ficticia, etérea…
Yo d¡ría que es una felicidad basada en el diazepam (risas), que se vende más que el agua.