lunes, 15 de noviembre de 2010

“Yo voy a morir haciendo reír al Perú”


Nestor Quintero ha cumplido 50 años en el mundo del humor. Hace tres años que no se presenta en Trujillo. Llegó a nuestra ciudad para dar sus charlas de risoterapia a la Policía. Mr. Hyde puso a prueba su temperamento.

–Don Nestor, cincuenta años en el mundo de la comicidad no se cumplen todos los días. ¿Cuál es el secreto para mantenerse en vigencia?
–Bueno, Dios me puso en este mundo con la sapiencia de hacer reír al Perú y América. La Biblia dice: “envejece y muere en lo que te gusta” y así voy a morir yo, haciendo reír al país, porque la risa es un don. La persona que se ríe hace sentir mejor al prójimo, mejora sus órganos, el hígado, el páncreas…

lunes, 1 de noviembre de 2010

Un paso al más allá


A primera vista parecía un grupo de adolescentes góticos pugnando por ingresar a un concierto privado. Detrás de la reja, un imperturbable caballero, lista en mano, verificaba escrupulosamente a los inscritos en el aquelarre convocado para aquella noche. Jorge Mariátegui y yo, guía ocasional y periodista, respectivamente, hicimos valer nuestras credenciales. Dimos nuestros nombres, el tipo se tomó su tiempo, cotejó el rol, nos miró de cerca y por fin nos hizo ingresar.



Cruzar la reja fue como pertenecer por un momento a un selecto club de millonarios. Afuera quedaban varios noctámbulos con la esperanza de poder pasar, siempre y cuando no llegara el resto de inscritos. Si no están en lista tienen que esperar, escuché decir a lo lejos y me reuní con una entusiasta veintena de personas congregadas alrededor de mausoleos, monumentos de mármol y senderos sinuosos.


¿Qué hacían todas esas personas reunidas un viernes por la noche en el cementerio más antiguo de la ciudad? Se preparaban para recorrer, como ningún mortal lo había hecho antes, la parte antigua de la necrópolis y, al mismo tiempo, conocer en vivo y en directo a las almas en pena que vagaban por el lugar.
Alumbrados únicamente por una antorcha, don Jorge introdujo a los concurrentes en las cuestiones básicas del cementerio: que fue fundado en 1831 en un terreno donado por el español Juan José Pinillos, que tiene una extensión aproximada de 60 mil metros cuadrados y que también contó con el desprendimiento de Isabel Castro de Hoyle y José Santos Deza, quienes también donaron sus propiedades.