Francisco San Martín Baldwin –‘Paco’ para los amigos– es un ingeniero que estudió en Austria. Amigo de la ecología y enemigo de los grandes capitales, apoya a diversos sectores a través de una ONG.
–¿Cuál es el recuerdo más feliz que tienes de tu niñez?
–Creo que son los paseos que hacíamos los domingos con mi papá. Él era un hombre que le encantaba salir a la sierra, teníamos un carro con el que viajábamos mucho. Un año, incluso nos fuimos a vivir a Colombia.
–¡¿A Colombia?!
–Sí, fui cuando tenía cinco o seis años.
–¿Y qué hacían allá?
–Mi padre era médico y trabajaba para un organismo de las Naciones Unidas, lo destacaron allá durante un año y medio. Nos fuimos a vivir a Medellín, fue una experiencia linda, recuerdo que los niños colombianos me preguntaban dónde había aprendido a hablar castellano (risas).
–¿En serio?
–Claro, es que un niño de seis años que escucha a otro que habla un tono distinto piensa “este tipo no ha aprendido bien el español”. (risas)
–¿Y cómo fue tu experiencia escolar?
–Nosotros íbamos a un colegio muy lindo, que estaba en afuera de Medellín, en el campo, y era un método muy libre, muy libre..
–Era un método peripatético…
–Sí, sí, era un método muy libre porque tú tenías un pedazo de terreno y allí aprendías cómo las plantas iban evolucionando, sembrando la semilla y con un poco de agua.
–O sea que era una escuela medio ecológica…
–Sí, era una escuela abierta, te enseñaban muchas cosas, por ejemplo, yo hasta ahora sé hacer títeres…
–¿Y te enamoraste de alguna niñita colombiana?
–Nooo, eso no recuerdo (risas).
–Luego regresas acá a Trujillo e ingresas a un colegio religioso, totalmente distinto…
–Sí, fue distinto porque en ese colegio de Medellín no habían exámenes, y cuando volví tuve que dar exámenes. Pero el San José era un colegio de padres de mentalidad muy abierta también.
–Pero sí te fue bien en el colegio…
–Bueno, yo nunca he sido amigo del colegio; era amigo de los amigos del colegio, sí. (risas) Nunca me he sentido identificado con las obligaciones escolares ni escolásticas; yo era un gran lector como mi padre, y lo sigo siendo. Y a eso me he dedicado toda mi vida, tanto así que ahora publico muchos libros.
–¿Y cómo así, de joven, viajas a Europa?
–Yo tenía unos primos que son peruano-austriacos. Ellos vivieron acá, pero por la Reforma Agraria se fueron a Colombia y uno de mis primos, con el que más relación tenía, se fue a estudiar a Viena, y yo me fui allá a verlo. En realidad, yo siempre quería irme a Londres…
–¿Querías ser un lord inglés?
–No, no creo que dé para tanto, pero me fui a Viena y me gustó la ciudad, me gustó la familia, me acogieron como un hijo más estos austriacos.La universidad se me hizo muy abierta también, y además me dieron una beca.
–Ajá…
–Y esa beca me sirvió de mucho porque esa becaen un país tan libre, la educación también lo es. El alumno tiene que asumir mucha responsabilidad, no es que nadie te diga te diga: “el examen es tal día y si no lo das”…
–Ni un profesor allí que te esté marcando…
–No, no, no, eso depende de ti, si tú no quieres dar examen o no ir a clases, ese es tu problema, nadie te va a perseguir. Yo creo que eso genera una responsabilidad mayor.
–¿Y ese ambiente liberal influyó en ti, en tu forma de vida?
–Sí, mucho, porque es un ambiente liberal, pero crítico, es decir, que te enseña a pensar libremente. Yo siempre he admirado a esas personas que no tienen temor de decir lo que piensan.
–Pero no fuiste un latin lover allá en Europa…
–(Risas) Bueno, te digo que los latinos son muy bien aceptados (risas). Somos bienvenidos porque somos gente distinta, y lo extraño atrae también, ¿no? Además en la universidad había gente de todo el mundo.
–Por lo que deduzco, te fue bien con las chicas…
–Yo creo que sí (risas), nunca me he quejado…
–Incluso te casaste con una austriaca.
–¡Claro!, yo me casé con una austriaca y ella se vino acá conmigo. Yo siempre le dije, desde el primer día, que nos conocimos que yo iba a regresar al Perú….
–¿Siempre quisiste volver al Perú?
–Siempre, porque alguien que vive tanto tiempo afuera, y tiene una raíz como la tengo yo, entonces aprende a querer más a su país. Uno descubre a su país más afuera, que adentro, parece mentira.
–Hay una historia que me han contado de tu padre: él trabajaba en el Hospital Belén y renunció a todo para ir a una zona marginal para atender a la gente pobre, ¿es verdad?
–Es verdad, yo creo que él era una persona distinta, porque prefirió seguir sus su sueño, que era servir a los demás. Además su pensamiento era muy libre; mi padre renunció al hospital, renunció a la universidad, renunció al consultorio para irse a trabajar en un arenal en medio de la nada, y hacer lo que él quería hacer, es decir, trabajar por la gente, por los niños, porque él decía que la medicina no es un tema de repartir medicamentos, sino que la salud tiene que ver fundamentalmente con el entorno social.
–Y algo de eso has heredado tú porque tu realizas mucha proyección social y eres un abanderado de la ecología, por lo que me han contado…
–Claro, claro, bueno, nosotros somos parte del medio ambiente, no somos los dueños de este planeta, y nosotros hemos entendido la cosa al revés. Y claro, de mi padre he heredado un gran compromiso social, porque la parte social tiene una relación directa con la productividad; tú no puedes esperar empresas que progresen en un entorno miserable.
–Hay quienes dicen que tú eres enemigo de los grandes empresarios y de las grandes inversiones…
–No soy enemigo de nadie, pero sí creo que hay que darles oportunidades a todos, quiero decirlo con claridad: no me gusta un modelo de desarrollo donde pocos se aprovechan de todo y la mayoría tenga poco o nada. No creo que eso sea sano para el Perú.
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