miércoles, 3 de marzo de 2010

Cuando los cines eran para 1.500 personas


Alguna vez sus enormes salas convocaron a cientos de personas que, atraídos por los héroes de la pantalla grande, olvidaban sus miserias en ese ecran maravilloso.
Eran los tiempos de gloria de los cines, cuando la televisión ni siquiera asomaba sus narices con su menú esperpéntico. Fue durante esa época, justo a fines de los años 50, cuando un italiano llamado Antar Giacomotti salió –cámara en mano– a registrar las fachadas de cuanto cine existía en esa Lima gris que ya comenzaba a cambiar su fisonomía.

Gracias a Dios, todo ese material fotográfico quedó conservado para la posteridad en la Biblioteca Nacional. Ése fue el punto de partida para la exposición fotográfica Presencias Inadvertidas, Ausencias Evidentes que se inauguró anoche en la galería de la Casa de la Emancipación del BBVA Banco Continental.

La exposición intenta mostrar una visión comparativa entre las imágenes de aquella época y un nuevo registro fotográfico hecho 50 años después. Así, los espectadores podrán descubrir un antes y un después de esos cines limeños (como aquellos comerciales de cosméticos) que nos muestra los evidentes cambios que han sufrido estas salas a lo largo de los años.

Para que la visión sea completa, los organizadores de la muestra tomaron las nuevas fotografías en blanco y negro y en el mismo ángulo en que Giacomotti registró sus imágenes.
El resultado es sorprendente: como en Trujillo y el resto de las ciudades, los cines de antaño se convirtieron en templos evangélicos, casinos, estacionamientos, edificios o simplemente desaparecieron para convertirse en terrenos baldíos.

El registro actual de las imágenes estuvo a cargo de los fotógrafos Gladys Alvarado, Eduardo Hirose y Ricardo Yui, mientras que la investigación y curaduría correspondió al arquitecto Víctor Mejía.

Un trabajo prolijo

Justamente, Mejía estuvo en Trujillo para el montaje de la exposición y nos explicó parte un poco más de esta interesante muestra que ya ha sido presentado en varias galerías de Lima.

“A partir de una tipología específica, como son los cines, se trata de reflejar cuál ha sido la evolución de la ciudad. La evolución urbana la puedes identificar aquí en cómo ha cambiado la ciudad en 50 años a través de sus cines”, señala Mejía.

El curador de la muestra explica que ésta refleja una especie de auge y caída de estos cines que tenían capacidad para 1.500, y en algunos casos, 2.000 personas. “Ese último momento de esplendor que captó Giacomotti coincide con lo que vemos ahora que ya es una decadencia del formato de cine, porque ahora ya se ha transformado en multicines”, refiere.

De hecho, en algunos lugares donde estuvieron ubicados los cines ya nada es reconocible. “La arquitectura ha cambiado tan dramáticamente que los menores de 30 años, que no alcanzaron a ver ni los últimos suspiros de estos antiguos cines, no tienen ni idea de que aquí existió un cine”, refiere Mejía.

Hay también un elemento de nostalgia en esta muestra, especialmente para las personas que asistieron –o al menos conocieron– estas salas. Después de todo, 1.500 personas juntas viendo una misma película es una experiencia inolvidable, que guarda seguramente anécdotas sabrosas. 

No es casualidad que las fotografías actuales hayan sido tomadas en blanco y negro. Era el elemento necesario para hacer la comparación exacta. Para que el díptico tuviera ese efecto en el espectador. “De haber tenido las fotografías a colores, pensando en la intención de la puesta en escena de la muestra, que son estos 50 años de diferencia, hubiera sido un desbalance y una distracción en las imágenes”, dice.

Ahora ya no hay marquesinas. Ahora ya no hay cientos de personas haciendo cola para ver un estreno. Los cines cambiaron. Pero allí quedan esas fotografías para reflejar un pasado de esplendor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario