Rocío del Carmen Rojas Muñoz es una fisioterapista convertida en la hada madrina de niños Down, a los cuales ha transformado en actores de un colorido circo.
–¿Tu infancia siempre fue alegre, así como te muestras en tus actuaciones?
–(Risas) ¡Sí! A veces jugaba mucho sola o con mi hermanito, que es un chico especial, y luego mi mamá me llevaba al parque o la playa, porque vivíamos en Chimbote. Además, mi niñez ha tenido actuaciones y escenarios, yo feliz de ver artistas.
–¿Estabas como predestinada para la parte teatral?
–Sí, sí, mi mamá como que me canalizó por allí. En esa época ella no sabía lo que eran las inteligencias múltiples ni la preparación, pero lo hizo por instinto.
–¿Y tú sentías a este hermanito como diferente o lo veías igual a ti?
–No, no, era diferente porque él convulsionaba. Entonces como que había una responsabilidad y como él estudiaba en colegios de chicos especiales, y yo iba a esos colegios como para apoyar a mis hermanitos, aprendí a jugar y a convivir con ellos.
–Y ese hecho de tener un hermanito diferente es lo que te llevó más adelante a trabajar con niños especiales, supongo…
–Exacto, eso fue lo que me incentivó y me dio el pie para trabajar con ellos. Te digo que para mí es más fácil trabajar con ellos que con niños regulares.
–¿Así?
–Mira, te cuento, hace dos semanas estaba preparando un grupo de inicial y no me hallo, no me hallo, me hallo más fácil trabajar con niños especiales…
–Son más moldeables… –Me parece que nos entendemos. Tenemos mejor empatía, hablamos el mismo idioma.
–Cuando terminaste el colegio, ¿qué decidiste estudiar?
–Lo primero que estudié fue fisioterapia.
–¡¿Fisioterapia?!
–Sí, soy terapista físico, al estudiar la fisioterapia encontré que los métodos terapéuticos son muy similares a la preparación teatral, es similar, similar.
–¿Y cómo se da ese paso a la actuación teatral que ya se ha vuelto un clásico en la Casa de la Emancipación?
–Ehhh, bueno, a medida que nosotros hemos venido trabajando, hemos ido encontrando ese sueño un poco alocado. Creo que los chicos que van al taller, saben que en algún momento van a actuar y también reciben una ganancia por algunas actuaciones donde nos invitan.
–Pero me imagino que al principio habrá sido un poco difícil romper que hay entre el público y unos actores que, entre comillas, no son normales…
–Sí, sí, ha sido una lucha constante, olvídate. Para poder tener la acogida que tenemos hemos tenido que pagar derecho de piso. Había mucha gente que entraba y decía, “¡Ay, actuación!, sí”, pero cuando veía a los chicos, agarraba sus cosas y se iba. Ahora ya no, como que la gente ya se acostumbró.
–¿Qué ha sido lo más triste y lo más feliz que te ha pasado en tu trabajo con estos chicos?
–Lo más triste fue cuando hemos estado en presentaciones y el público no respondía al trabajo que ellos hacían, yo pedía aplausos y ellos (el público) apenas respondía, o cometían un error y ja,ja,ja, se mataban de risa.
–¿Y lo más feliz?
–Siempre es lo más feliz cuando ellos se presentan y demuestran su habilidad. Me parece que cada función es una gota más de vida que ellos tienen y que también comparten sus madres, tú no sabes la cara de felicidad que ponen las madres cuando ellos actúan, se sienten realizadas.
–¿Y tú te sientes realizada con este trabajo?
–Yo me siento súper realizada, aunque creo que nos falta salir ya al exterior, pero muchas veces el trabajo, los hijos, lo impiden.
–Tú paras full ocupada…
–Tú paras full ocupada…
–Sí, tengo el taller, en el colegio, he asumido la dirección –eso también estresa–, tengo un bebe chiquito, que estoy esperando que crezca para tener un poquito más de libertad para dedicarme a ellos.
–¿Cómo te ves de aquí a cinco años?
–¡Dios mío!, me veo con ellos grabando una miniserie, teniendo un programa propio en la televisión nacional, estar en el Circo du Soleil, no sé, algo grande.
–Y en tu vida personal, ¿eres feliz?
–Sí, sí, tengo dos hijos, que son la ilusión más grande de toda mujer, vivo con mi madre, con mi hermana y con mi pareja, que me apoya en todo. Ella es mi mano derecha y mi mano izquierda, es mi manager, es mi crítica, es mi mamá también, porque a veces me riñe, es mi amiga, y las dos apuntamos a lo mismo: al trabajo con los muchachos.
–¿Cuál es el comentario más bonito que te ha hecho una persona del público sobre tu trabajo?
–El más bonito…¡Ah!, me dijeron: “tú eres un ángel”. Yo me dije a mí misma: “si soy un ángel y me has dado esa oportunidad, ayúdame, Diosito, a hacer las cosas bien”.
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