No hay derecho. Cada cierto tiempo juegan con los sentimientos de los creyentes sinceros y anuncian el Día del Juicio Final, pero este no llega. El último en hacerlo fue un evangelista estadounidense que gastó buena parte de los activos de la grey en anunciar tan simbólica fecha.
“El Día del Juicio Final es el 21 de mayo de 2011. La Biblia lo garantiza”. Family Radio, un grupo cristiano evangélico estadounidense, no se andaba con medias tintas a la hora de pronosticar el Apocalipsis, el fin de los tiempos, el Argamedón Universal. Tal era su certeza que no dudaron en gastar cientos de miles de dólares en una campaña internacional que incluyó varias vallas publicitarias en las principales ciudades de Estados Unidos y Canadá, además de un intenso bombardeo a través de su web oficial.
Después de todo, era última oportunidad para arrepentirte de tus pecados, porque de lo contrario, sucio pecador, irías a parar al infierno tan temido. Para Harold Camping, el presidente de este grupo religioso, sólo quedaba un camino de esperanza para sortear este momento de tribulación: sólo los “verdaderos creyentes” se salvarían.
Ya sabemos que el 21 de mayo de 2011 no sucedió nada, aparte de los acostumbrados bombardeos en Libia, la hambruna en el África subsahariana, las matanzas de los narcos en la frontera mexicana, el caos civil en Haití y nuestra peruanísima polarización electoral.
No es la primera vez que un alucinado profeta carga sobre sus hombros con la penosa responsabilidad de anunciar la destrucción inminente del planeta Tierra. En el año 1.000 de esta era la gente huía a las montañas ante el rumor de que Cristo volvería “mil años después de la crucifixión”. Teniendo en cuenta el grado de ignorancia y superstición en que estaban sumidas las personas de la Edad Media, no es difícil imaginar el pánico y la histeria colectiva que esta noticia provocó entre la gente. No ocurrió nada. Cinco siglos más tarde, en 1525, el teólogo alemán Thomas Muntzer declaró que el Redentor volvería a la Tierra y que éste sólo esperaba la derrota de la monarquía. Muntzer declaró que Dios le había hablado, y le prometió “atrapar en sus manos las balas de los cañones del enemigo”. Estuvo ligeramente equivocado el señor, pues en ese mismo año los ejércitos de la monarquía derrotaron a los revolucionarios, y Muntzer fue decapitado.
Cometas y testigos
La siguiente profecía apocalíptica coincidió con el regreso del Cometa Halley, en 1910. Según los ‘especialistas’ de esa época, el cuerpo celeste traería una nube de polvo cósmico que caería sobre la Tierra, destruyendo toda la vida que habitaba en el planeta. Lo único que trajo el cometa fue la fascinación de miles de personas que pudieron verlo con bastante claridad.
Entre los más ‘asiduos’ portavoces de las esferas divinas en materia de destrucción humana se encuentran Los Testigos de Jehová. Según información de Internet, esta secta ha pronosticado el Fin del Mundo hasta en cinco oportunidades: 1914, 1918, 1920, 1925 y 1941. Se espera un nuevo anuncio oficial para ver si la achuntan.
La llegada del Fin del Mundo significa a veces un desprendimiento de los bienes materiales. Al menos, eso fue lo que hicieron los miembros de La Iglesia Verdadera Luz de Cristo, quienes en 1970 renunciaron a sus trabajos y repartieron sus posesiones materiales porque los ingenuos estaban convencidos de que ese mismísimo año le bajaban el switch a nuestro ingobernable mundo.
También hay agoreros de corte antiimperialista, como Moses David, fundador de los Niños de Dios, quien en 1975 pronosticó que a mediados de los 70’s un cometa chocaría contra la Tierra y acabaría con todos los estadounidenses.
Hasta los científicos se rinden entusiasmados al deporte de pronosticar desgracias. Si no, pregúntenle a Vladimir Sobolyovhas, un científico ruso, que afirmó que el eje de la Tierra estaba a punto de desplazarse 30 grados, lo cual destruiría al planeta e inundaría los continentes.
Pero si pese a todos augurios (se nos quedaron en el tintero muchos más) aún no pierde la esperanza de que el Fin del Mundo está cerca, serénese. Le recordamos que para el próximo año, es decir, el 2012, el Calendario Maya nos provee de una nueva oportunidad para ser sepultados por un cataclismo de verdad. Hollywood, por su parte, no ha perdido la ocasión para realizar una taquillera película sobre el tema donde abundan los efectos especiales y una delicada coreografía mortuoria.
Y si por esas venturas de la vida, ese año aún no desaparecemos de este planeta tan maltratado como tanto ansían los Heraldos Negros del siglo XXI, pues disfrute el momento presente: tómese una cervecita helada, cómprese un libro de historia y disfrute junto a una chica linda de las profecías que no pudieron ser.
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