¡Parece que me estuviera besando mi abuelito!, me espetó mi esposa ni bien terminé de estampar un ósculo en su sonrosada mejilla. Aquella mañana, lucía orgulloso sobre mi testa un elegante y garboso sombrero de paño, estilo Borsalino, que había comprado recientemente en la única sombrerería existente en Trujillo: la de la primera cuadra del jirón Unión (dato para los interesados).
La adquisición de este noble accesorio no fue casual. Irónicamente, ya hace tiempo que me venía dando vueltas en la cabeza, la idea de comprar un sombrero como el que lucía hasta la década del 50, todo caballero que se respetase. He de confesar que siempre me he sentido particularmente atraído por las antiguallas, por lo que las ganas de usar un sombrero se convirtió pronto en una obsesión que tenía que cumplir tarde o temprano.
La ocasión se presentó cuando Carlos Felipe Burgos, autoproclamado como “El filósofo más grande de todos los tiempos”, me indicó que en la primera cuadra del jirón Unión vendían “unos sombreros finos como para ti”. Vamos de una vez, le dije. Andiamo, contestó. Y así empezó esta mágica aventura que nos llevó a una tienda cuyas polvorientas vitrinas exhibían sombreros de diversas clases: Robin Hood, Cazador, Boinas y otros más. Pero al igual que con las mujeres (no eres tú quien las escoge, sino ellas a ti), fue él (el sombrero) el que me eligió a mí. Luego de unas cuantas pruebas con otros candidatos ante el espejo, nació el amor: ése es el sombrero que usaría en mis incursiones urbanas por la villa truxillense.
Era justo ese sombrero con el que salí puesto para que mi esposa me diera su visto bueno, que a decir verdad, fue visto malo, porque no le gustó en lo absoluto. Pese a esa desazón inicial, me armé de valor y baje las escaleras dispuesto a probar mi experimento: qué sucede con un tipo del siglo XXI que usa un sombrero de mitad del siglo XX. ¿Me miraran extraño? ¿Sabrán que es un sombrero fino? ¿Seré víctima de la discriminación ciudadana? ¿Me atemorizaría en la primera esquina y guardaría el sombrero bajo el brazo?
La ciencia tiene sus riesgos, así que empecé a recorrer la avenida Manuel Vera Enríquez (ex Industrial) con el sombrero y unas gafas oscuras para el sol (y el susto). No había dado ni dos pasos cuando un eufórico taxista me tocó la bocina y me levantó el pulgar, como diciendo qué chévere tu sombrerito. Más adelante un par de señoras me miraron de arriba para abajo, como si vieran a un extraterrestre. Seguí caminando. A la altura de la avenida España, un conductor, que no pude reconocer porque pasó como una centella, gritó: ¡Buena, Eliot Ness!
Ya en el jirón San Martín me encontré con un pintor que regenta un elegante pub, y me saludó de lo más bien, aunque no pudo evitar darme una mirada furtiva. ¡Hola, Lucho, cómo estás!, me dijo.
Ahora venía lo más tranca. Voltear por la Plaza de Armas, recorrer el tradicional jirón Pizarro y llegar hasta El Romano para celebrar mi experimento con una Coca Cola bien helada. Oh, oh. Un colega de La Industria se aproxima a paso lento. No hay escapatoria. Me saluda con una mueca (advierto su fastidio) y continúa. Siento que, poco a poco, el sombrero se va amoldando a mi personalidad; él y yo somos uno. Llegamos al Romano. Tomo mi gaseosa helada, mientras medito mis próximos pasos. Pago y en un taxi me dirijo raudo a la casa de mi madre, almuerzo obligado con todos los hermanos. Entro luciendo el sombrero. Parece un artista de cine mi hijo, dice mi madre orgullosa.
Respiro aliviado. Al fin, alguien de buen gusto en esta tierra de envidiosos.
Colofón
Razones prácticas, que he descubierto, para usar sombrero en tiempos modernos:
1. Desaparece la calvicie y las canas como por arte de magia.
2. Te da estatus en una ciudad donde reina la barbarie.
3. Convocarás las miradas de la chusma.
4. Te protegerá contra el sol, la lluvia y otros fenómenos climáticos.
5. Lo puedes usar para pedir dinero en casos de emergencia.
6. Te puede servir de cantimplora en el campo o lugares inhóspitos.
7. Te sirve para hacer buenos posts.
ResponderEliminar8. Esconde las ideas lujuriosas y los pensamientos pecaminosos.
Un abrazo
Valery
Buena LuchO.
ResponderEliminarcelebro que te hayas vuelto Uno con tu SOmbrero...
eres un valiente, único especimen que usa ese sombrero en la villa truxillense....
cumpa..
pasa el sombrero...!!
atte
Lucho
PD. fui uno de los que se cruzó contigo en esos días cuando salías del Teatro Municipal
y me lleno de gusto tu osadía......
Lucho, me acabo de acordar cuando te ví con el sombrero puesto parado en la puerta de Ripley y te dije que te había confundido con Indiana Jones. En este caso podrías filmar la película titulada "Indiana Jones y la ciudad de la perdición" (léase Truxillo)
ResponderEliminarSaludos, Charlie Walls.