Carlos Cieza Urrelo es un actor que con el tiempo se convirtió en un conocido notario de Trujillo. En esta entrevista, revela facetas poco conocidas de su vida.
–Usted fue de los actores más conocidos durante la década de los 80, con el grupo Teseo y Minotauro, ¿qué recuerdos de aquella época?
–Esa fue una época muy linda de mi vida. En realidad Teseo y Minotauro se formó a raíz de que nosotros queríamos actuar más allá de lo que nos permitía la Escuela de Arte Dramático; queríamos expresar nuestro amor al teatro a través de obras.
–Aún eran estudiantes…
–Aún éramos estudiantes, yo me retiré de la Escuela para formar Teseo y Minotauro porque era una cosa o era la otra; la Escuela perseguía un academicismo y yo quería ir a la praxis.
–¿Y se sintió mejor en ese campo?
–Lo que recibí en la Escuela era la base de lo que yo hacía, algún tiempo estuve de ‘mirón’ en el TUC, en Lima, fui a postular y no ingresé –claro, qué iba a ingresar si paraba todo el día en el teatro y no preparándome– (risas). Es ahí donde conozco a Ricardo Blume, que incluso inauguró el primer festival de teatro en Trujillo. Empezamos a hacer montajes, te cuento que el elenco lo integraban actores libres como el que habla, me irrogué la dirección, la producción y todo lo demás, porque nadie nos ayudaba, pero también había gente de la Escuela que se graduó a la luz de las experiencias en Teseo, como es el caso de Mary Pichón, actriz profesional. Eso demuestra que la práctica es la que determina a la teoría.
–¿Qué enseñanza le dejó su paso por el teatro?
–El teatro –quien lo haga, quien lo vea– nos deja, primero, valores. Porque no hay nada más sincero que un actor frente a su público, no hay trucos, no hay engaños; es él o no lo es. Segundo, te ayuda mucho a la comunicación con las personas, a expresar tus ideas, con eso te va muy bien en muchas profesiones. Yo recuerdo que mis primeros informes orales, me decían mis colegas: “¡Caramba, qué dominio del tema, has impresionado a los vocales”, lo que me parecía un poco hipócrita, ¿sabes por qué?, lo que pasa es que tanto estar en el teatro hablar en público me parecía lo más normal del mundo.
–Muchos se preguntarán cómo se convierte de actor en notario.
–Bueno, no fue tan así, primero fui abogado, los dos primeros años me dediqué al Derecho Penal, circunstancialmente me dediqué al Derecho Laboral, pero esto de saltar del teatro al Derecho ya era un objetivo planeado; yo sabía que el teatro lo tenía que dejar. En aquel entonces el teatro nunca dio para vivir, yo iba a hacer teatro hasta donde pudiese, pues paralelamente estudiaba Derecho.
–Era un hobby.
–Yo no quisiera llamarle hobby, mi padre decía que vocación era todo lo que uno hacía con amor. Mientras yo hacía teatro, lo he hecho con todo mi amor, y por amor, termino mi profesión de Derecho y empiezo a ejercer. El abogado que es honesto sufre mucho y entonces tenía una concepción errada que los notarios se la ganaban muy fácil.
–Pero el común de la gente piensa que los notarios ganan mucho dinero…
–Los notarios ganan mucho dinero dependiendo de la percepción que tenga el notario del noble servicio.
–Usted no gana tanto…
–Yo gano mucho más que como abogado; sí, avanzas un poco más, pero el mercado está mal repartido. Por ejemplo, el trabajo de los bancos, que es fabuloso económicamente para mis ingresos, está monopolizado y a veces cuando intenta entrar en esos mercados te dicen de todo, te pasean, y un profesional no puede estar mendigando trabajo.
–Me han contado que es usted muy dedicado a su familia, ¿eso es verdad?
–Sí, es un legado de mi padre, él fue una persona que nos enseñó a querer a la familia como lo más grande que tiene un ser humano y la familia se mantiene unida si uno es un líder familiar. En la medida que te dediques a ella, que la apoyes, eres un líder familiar. Pero para eso hay que ser casero, para eso hay que dejar el compromiso social, yo hace 16 años me convertí en abstemio.
–¿Abstemio?
–Sí, porque en la abogacía y en el notariado tienes muchos amigos, y en el Perú la amistad es sinónimo de trago, ¡es una equivocación!, entonces un día tomé esa decisión, tanto por mi trabajo como por mi familia, y me va muy bien.
–¿Es verdad que usted contribuyó para que su esposa cumpla con el sueño de ser contadora?
–Sí, tengo el privilegio de estar casado con una persona con muchos valores, muy buena persona y alguna vez, conversando, me dijo que su sueño era ser contadora. Así que destiné el sueldo que ganaba en una universidad para su pensión, ella empezó a estudiar y no me arrepiento: ha sido designada primera alumna en su promoción, ahora está becada al Cade estudiantil, pero más allá de eso creo que la gran ganancia ha sido ponerle un segundo espejo a mi hija que al verme a mí y a mi esposa, no le ha quedado más remedio que ser una buena alumna.
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