martes, 22 de diciembre de 2009

Poetas de miércoles



No es Noche de Brujas, pero lo parece: afuera llueve, el cielo luce sombrío y en el nuevo local del Chaska, un par de trémulas velas alumbran el altar mayor. Es como si los allí presentes estuviésemos a punto de presenciar una misa negra. Un rito esotérico para iniciados.

Pero los feligreses que han acudido por voluntad propia a esta noche de miércoles no buscan la redención de su alma a través de una liturgia gnóstica, sino por medio de un arte que usa la palabra para expresar belleza: la Señora Poesía.


Es la tercera edición del evento ‘Poesía de Miércoles’ organizado por el director de Infolee, Jorge Tume, entusiasta escritor y editor que se propuso acercar la poesía a esa “inmensa minoría” que todavía se emociona hasta las fibras más íntimas cuando lee los versos de sus más caros autores.


El antecedente más inmediato de este evento de recitales y música es ‘Poetas al ataque’, es el recordado encuentro liderado por el vate y periodista Luis Cabrera Vigo, que tuvo como escenario la Alianza Francesa de Trujillo.

Poetas incipientes junto a otros consagrados animaron durante varias semanas esta iniciativa que, bajo los efluvios de Baco, se convirtió en un espacio de reunión, expresión y reflexión.

Tiempo después, el buen Lucho entró a fondo a la vorágine del periodismo escrito y los poetas tuvieron que guardar sus armas para tiempos mejores.

Felizmente, la posta ha sido tomada por la gente de Infolee, con una organización muy seria, en la que incluso ya tienen programados los vates que participarán durante las próximas semanas.


Corazón de poeta
Hoy es noche de poetas. He llegado tarde, pero puedo reconocer en la pequeña sala, a varios de los habitúes de las jornadas literarias: Luis Cabrera Vigo, el ‘diablo misero’ David Novoa, Manuel Medina, Jorge Tume, por supuesto, Gerson Ramírez, la pintora Rosa Benites y hasta Luis Deza, de quien dicho sea de paso, seguimos esperando que abra la prometida Casa Ganoza para la cultura, como lo ofreció.

En la mesa dos poetas de peso y uno que va ganando terreno: Luis Eduardo García, Ángel Gavidia y Ricardo Calderón Inca. Hablan los tres sobre la condición de la poesía, sobre ese género que no tendrá el número de hinchas de la selección de fútbol de Brasil, pero sí, por supuesto, tanta o más pasión que la que sienten los peloteros más enfervorizados.

Y tiene razón Luis Eduardo cuando dice que la poesía no tiene por qué ser grave ni críptica. Que cuanto más se acerque al lector, no como babel de galimatías, sino como amigo fraterno, más profundo se alojará en el sentimiento del lector.

“¿En qué consiste ser un poeta? Bueno, tener alma de poeta es en realidad no tener nada. No es una riqueza medible, vendible o una fuerza generadora de éxito material. Es digamos una manera de mirar el mundo al revés, desde otro ángulo, desde otra torre, desde el lente de un largavista pero orientado hacia adentro, hacia el interior”, reflexiona el conocido LEG.

Luego de los lances iniciales, es hora de la lectura de ley. Silencio en el aire. David Novoa escruta a cada uno de los ponentes para sentenciarlos en su próxima crónica. Expectativa total.
Abre el recital, el joven Ricardo Calderón:


Pronuncio tu boca/Arpegios en tu cuerpo/Aún me dices: lo siento, hoy no canto/han muerto mis vocales.

Aplausos del respetable. Toma la posta el doctor (y poeta) Ángel Gavidia Ruiz (lo presentan como “La voz telúrica de Santiago de Chuco”), quien hace un repaso de sus etapas literarias, rinde su homenaje a Benedetti y no pierde la oportunidad de alabar a la soledad.

Esta teatral soledad de que me jacto/donde la pueblan grillos, pájaros que perdieron el habla, noches que se evitaron al pie de la locura/lunas, lobos, grillos, ladridos/ególatras consuelos, ausencias en dolorosa fiesta cotidiana/ojos que se marcharon pegándole mordiscos a esta soledad/

Más aplausos. Finalmente, llegó el turno del poeta y periodista Luis Eduardo García, quien leyó dos poemas del libro que aún no escribe, pero que dieron el toque especial a la velada. Sobre todo, el primero, una crítica a los exitosos del mercado.

Aunque transpire, nunca tendré un laurel en la frente. Tampoco, pese a mi esfuerzo, una medalla alrededor del cuello. No subiré al podium del éxito así lo merezca. Aun cuando los perros de Sancho ladren en la espesura de la noche, no alentaré nunca la esperanza de batir un récord Guinnes.

Vino un poema más y sonoros aplausos. Fue el turno del público y un chiquillo figuretti (según dicen hijo putativo de Novoa), sombrero en la testa, báculo en mano, saltó al escenario para hacer sentir su voz. Y su talento histriónico.

Más allá de la anécdota, la velada poética siguió con buena conversación, compra de libros, una cerveza en la mano y la sensación de que los miércoles, la poesía está viva. Hay que buscarla detrás de ese viejo portón de la quinta cuadra del jirón San Martín.


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