martes, 1 de diciembre de 2009

¡Que viva el chorreo!


La carta luce irresistiblemente tentadora: “Luis, tienes aprobado un crédito de 10 mil soles”. Ahí está el ‘cheque’. Listo para cobrar. Con mi nombre completo,impreso en hermosas letras de molde y hasta con la elegante firma del gerente. Qué buenos los señores del banco, pienso. Basta con acercarme a sus modernas oficinas, presentarme con mi cara de ciudadano honesto y responsable,y ya. La felicidad completa. El fin de mis deudas. Platita contante y sonante para gastar en cualquier capricho y de taquito, contribuir con la galopante demanda interna.


Un momento. No revise usted las letras pequeñas. No mire. No vea. No se detenga. Si lo hace,descubrirá que su TEA, o sea, su Tasa Efectiva Anual, es de 60 por ciento. Es decir, el generoso préstamo terminará costándole 6 mil soles más fruto de intereses, portes, mantenimiento, resfrío del gerente del banco y costo del aire (acondicionado) que respiras al ingresar a la entidad bancaria.


Pero no se desanime, usted, señor. A pesar de estas pequeñas imperfecciones del mercado, la bonanza económica ha llegado a Trujillo. El crecimiento se dispara. Las reservas engordan. El dinero fluye. Las exportaciones aumentan. Llegan los malls. Y las tarjetas de crédito lo esperan a la vuelta de la esquina. Y si no nos cree, vea cómo se ha transformado la ciudad en los últimos años.





Mi cajero preferido
Para hablar del buen momento económico por el que atraviesa el Perú, empecemos por los infalibles cajeros automáticos de nuestra ciudad. Modernos y funcionales, estas máquinas cumplen debidamente con suministrarnos efectivo de día y de noche. Llueve o truene. Dinero fresquito como la lluvia. Sobre todo en feriados y días de guardar. Ahí podrá comprobar que nunca, pero nunca, les falta efectivo ni se equivocan al darte el vuelto.


Estos sistemas de últimas tecnología cuentan con un valor agregado: la presencia de pequeños rapaces que piden limosnas y sujetos que estarán dispuestos a ayudarle en sus transacciones. A veces, incluso, le cambiarán su tarjeta y podrán cobrar parte de sus esmirriados ingresos sin el mínimo esfuerzo.


La seguridad que existe en estas cabinas también merece un comentario aparte. Con el dinero que todos aportamos al banco, éste tiene la debida precaución de contar con vigilantes privados para que usted realice sus transacciones con total confiabilidad. Así, ya no podrán robarle ni hacerle el ‘cambiazo’. Aunque, claro, a veces hay sus excepciones. Digamos, casi todos los días.


Haz tu cola, llegaron los malls
Pase y vea. Tenemos de todo. Desde escobas hasta televisores de pantalla plana de 30 mil pulgadas. Espaciosos ambientes para que pasee con su familia y dé rienda suelta a su gen de comprador compulsivo. Qué duda cabe duda de que Trujillo ha entrado por la puerta grande a la modernidad. Deslumbrado por las luces de neón, miles de consumidores hicieron cola durante varias semanas con tal de lograr un cupo en el paraíso de un nuevo centro comercial de la ciudad.


Los anticucheros, sangucheros y demás vivanderos también se vieron favorecidos con el tropel de personas que rebasaron las instalaciones del susodicho centro comercial.


La misma fisonomía de la ciudad cambió: ahora cada esquina importante luce con banderitas amarillas que señalan el camino del confort.


El ataque de los multicines
El último cinema serio de Trujillo fue el Perú. Resistió estoicamente el embate del VHS, primero, y de los DVDs pirata, después. En sus butacas ya desgastadas por el paso del tiempo, en su alfombra descolorida que alguna vez fue bermeja, en el ecran raído, se refugiaban los últimos románticos cuyas mentes aún no habían sido colonizados por el star system de Hollywood.


Éramos los cuatro gatos rebeldes que acudían para ver las películas italianas o francesas que la dueña de este cine (con mezanine y todo) se empeñaba en proyectar a pesar de la cada vez más reducida taquilla.


Pero un día, el buen cine no pudo resistir más a la fuerza del capital y fue transformado raudamente en una tienda por departamentos. Luego ésta se trasladó del todo y vino una tienda de ropa al mayoreo a ocupar su lugar.

 

Cuando ya parecía que no íbamos a tener más pantalla grande (salvo los dos cinemas porno que sobreviven a salto de mata), llegó el multicines Primavera. Un nuevo concepto donde nos hacinaban en salitas contiguas y en las que se escuchaba la tos de fumador del señor del ambiente de al lado. A veces se apaga el proyector o la película se proyectaba en otro horario, pero qué diablos, hubiéramos soportado todo eso si los dueños hubieran tenido la humanidad o el buen gusto de programar una película ‘artística’ de cuando en vez.


Pero no. El cine, jovencito, se ha hecho para ganar plata y no para satisfacer caprichitos estéticos. Allí te va una tonelada de blockbusters y si no te gustan, qué pena, como en toda democracia que se respeta, mayoría manda. Así que divierte con tus spidermans, increíbleshulks, cuatrofantásticos y cuanto esperpento produzca Hollywood para idiotizar a su fanaticada.


Y sin embargo, al igual que Merpisa, el multicines local terminó siendo devorado por una cadena planetaria que felizmente, cambió las butacas  y los proyectores, y mejoró el sonido. Pero la cartelera sigue siendo lamentablemente: películas para niños y adolescentes o comedias románticas francamente intragables.


Así son las cosas. Todo en esta vida se paga. Al contado o en cómodas cuotas mensuales. Elija usted. Que en esta tierra del Señor, todo se compra, todo se vende.




No hay comentarios:

Publicar un comentario