Hace unos días estuve presente en el Carnaval de Rioja (San Martín), donde la fiesta se vive hasta las últimas consecuencias. Aquí la crónica y las imágenes de un pueblo que sí sabe lo que es diversión.
Tambores de guerra anuncian el preámbulo de la gran fiesta. Hoy, domingo, es el día central del Carnaval de Rioja 2010 y la alegría se respira en todas partes. Basta darse una vuelta por la ciudad para descubrir que los cinco barrios tradicionales se han preparado desde muy temprano para recibir el carnaval como Dios manda. Se han cerrado las calles, por supuesto, cintas de colores atraviesan los techos, los tabladillos ya están instalados y unas mesas lucen listas para recibir a lugareños y visitantes que quieran disfrutar de la nueva edición del evento. Hasta el Sol, sabedor que su presencia es indispensable en esta fecha, ha salido en todo su esplendor para iluminar esta amigable localidad de la selva alta.
Como a las 11 de la mañana, las primeras comparsas y carros alegóricos de las distintas instituciones van formándose a lo largo de la calle Sangaísa para lo que será el atractivo central de este carnaval riojano que viene, según lo visto, más recargado que nunca. No se trata de un simple cumplido; el Patronato del Carnaval de Rioja, un grupo de ciudadanos unidos por el amor a su tierra, con el apoyo del Gobierno Regional de esa localidad, realizó un intenso trabajo de gestión y promoción de esta emblemática festividad que no por nada ha sido declarada como Capital de Carnaval de la Región San Martín.
El esfuerzo ha dado sus frutos. Por eso ahora el punto de partida del carnaval es una enorme postal donde niños, jóvenes y adultos –no importa la edad– se confunden en trajes de mil colores y formas, y en una alegría que va cayendo como cascada hasta la última de las agrupaciones. Y allí están los personajes, señores: diablos traviesos, deidades selváticas, mariposas gigantes, otorongos, campesinos bailando, tribus que danzan.
Precisamente, una de las características del carnaval riojano es que la mayoría de sus carros y comparsas están inspirados en la rica tradición cultural y en la naturaleza de esta exuberante zona amazónica. De hecho, los pobladores están muy conscientes de la tarea de conservar el ecosistema de la selva y la cultura de las comunidades indígenas.
Pero este carnaval simplemente no existiría sin el vital apoyo de los cinco barrios tradicionales de Rioja, cuyos pobladores, en una sana competencia, tiran la casa por la ventana para presentar sus mejores galas. Amaringo se precia de ser el creador del carnaval; Quinapata, de tener a personajes célebres; Consuelo, de celebrar el carnaval como nadie; Chahuintopata, de tener las reinas más lindas, y Cascayunga, de sus deliciosas comidas. Todo el pueblo participa en apoyar a la delegación de su barrio y de paso, estrechar lazos y reforzar el sentido de identidad. El negocio perfecto.
Cerca del mediodía, ante un sol implacable, los elencos hacen su entrada triunfal a la Plaza de Armas ante el júbilo de miles de personas que los reciben entre vítores y aplausos. Las reinas saludan desde sus espectaculares carros alegóricos. Los diablos se burlan del público. Los grupos danzan en honor a sus ancestros. La alegría fluye. Se dispara. Es domingo de carnaval, señores. Hoy todo está permitido. Que sigan sonando los tambores, las flautas y trompetas. Que siga la sensualidad del carni vale. Los santos están de franco y los pícaros diablos hacen de las suyas. Prohíbase prohibir, que esto recién comienza.
muy bien como
ResponderEliminarlo hicieron
Muy lindo, me gusta mucho, es una manera interesante de mantener unido un pueblo, para lograr el apoyo e integración con los gobiernos locales.
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