Alfredo Valle Paredes tiene más de 50 años atendiendo en un conocido café del jirón Pizarro. Tiene una energía envidiable, pero asegura que este año se retira del oficio.
–¿Cuántos años viene trabajando aquí en el Demarco, don Alfredo?
–Cincuenta y cuatro años cumplidos, y me voy por los 55.
–¿Y nunca se ha aburrido de hacer siempre la misma rutina?
–No, hasta ahorita no me aburro por nada. A usted mismo le consta que cuando yo los atiendo, ¿cómo los atiendo? (risas).
–Muy bien.
–Ni hablar, ¿no?
–¿Y cuál es el secreto?
–Bueno, el secreto es tener voluntad y cariño al trabajo. Me gusta mucho lo que hago.
–¿Cuántos años tenía cuando empezó a trabajar aquí?
–Tenía 18 años.
–Bien movido, el movimiento era excelente, todo bien.
–¿Cómo era el fallecido señor Demarco?
–¡Uy, era como un padre para mí!
–¡¿Un padre!?
–¡Era lindo! Un hombre que me enseñó mucho y me ayudó bastante en mis estudios y en todo.
–¿Y qué tipo de clientes venía al Demarco en esa época?
–¡Ucha!, en esa época venían los hacendados de Laredo, con su personal; los de Cartavio, de Casa Grande y también de Paramonga.
–Había un músico que tocaba en esa época…
–¡Claaaro! Era mi tocayo, que tocaba el acordeón: Alfredo Servidio, era argentino.
–¿Y eso le agregaba un plus a los clientes?
–¡Claaaro! (risas), atraía mucha clientela.
–¿Qué personajes famosos han pasado por aquí?
–Pasaron por acá, en primer lugar, el finado Víctor Raúl Haya de la Torre. Yo tengo cuatro fotos tomadas con él, que tengo en mi sala, en mi dormitorio y también tengo en mi sala de espera. Yo lo llevé la otra vez a Lucho Alva Castro y se quedó pasmado cuando las vio.
–Gente importante siempre viene por acá…
–Sí, sí, por ejemplo, Luchito Orbegoso, que me vendió los terrenos de mi casa en Palermo.
–¿Cuál es el elogio más bonito que le han dicho?
–A mí me han dicho que verdaderamente tengo una especialidad esmerada en mi trabajo, que no me encuentro aburrido, y que tengo una agilidad que nadie la tiene.
–¿Usted toma algo especial para tener esa agilidad?
–No, no tomo nada, el físico que tengo es porque yo he sido deportista. Yo he jugado con los Diablos Rojos de Chiclín, jugué con Larios, con Quipusco, ¡pucha, con todos mis patas del alma! y yo era uno de los delanteros ¡ni hablar!...Me retiré del fútbol cuando tenía 36 años.
–¿Todavía practica algún deporte?
–Sí, fulbito, casi todos los días, un grupo que somos ocho, a las 5 de la mañana están tocando el timbre de mi casa: “¡doctor Alfredo, saca la pelota”, me dicen.
–¡A las 5 de la mañana!
–De 5 a 6 de la mañana, a las 7 ya me estoy bañando para ir a trabajar.
–¿Cuál es el secreto para ser un buen mozo?
–Más que todo, tener amor y cariño a su trabajo.
–Ahora, usted estudió también Derecho. ¿Por qué no ejerció?
–Bueno, prácticamente (carraspea), yo tengo mi título de abogado y...(Nos pide no ahondar más en el tema por razones personales y se lo concedemos).
–¿Y con su trabajo de mozo usted ha podido construir su casa, educar a sus hijos, etc.?
–¡No, señor!, discúlpeme, con todo respeto que se lo merece, yo tengo unos terrenos en Chao que Alan García, nos dio a 500 familias, a todos los que teníamos carné aprista y como yo tenía, me dio.
–Entonces confiesa que es aprista…
–Yo no puedo negarlo, porque mi bisabuelo, mi abuelo, mis padres, han muerto en las luchas del partido aprista, así que yo prácticamente llevo esa herencia en la sangre. Y cuando viene el señor Murgia, a mí me conoce mucho; cuando viene Alva Castro, ¡ni hablar!...Por ejemplo, cuando vino Alan García en el 85, yo fui a atender la mesa de honor en el Club Libertad.
–¿Cuál ha sido la mayor propina que ha recibido?
–Bueno…veinte soles.
–Una última pregunta: ¿hasta cuándo piensa como trabajar como mozo?
–No, ya pienso quitarme; quizá este año.
–¿Hasta este año nomás?
–Ya presenté todos mis papeles para mi jubilación, solamente estoy esperando que me llegue la resolución.
–¿Y cuando llegue su jubilación qué va a hacer?
–Me despido del Demarco y de vez en cuando vendré aquí para tomarme un café con mis amigos (risas). –¿Y cómo era el Demarco en esos años?
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