Advertencia: Este no es un comercial, aunque lo parezca. Hace unos seis meses compré vía internet –con todas las reticencias del mundo– un Kindle de Amazon, el libro electrónico más popular del momento. Me uní entonces al exclusivo club del 6% de peruanos que compran por el ciberespacio y esperan confiadamente que su producto les llegue vía correo convencional. La experiencia inicial fue frustrante porque, inadvertidamente, había escogido la modalidad de pago Premium, es decir, envío rápido vía courier. Al precio de oferta, tuve que abonar unos 100 dolarillos más por costos de desaduanaje y sobreganancias que me endilgó la susodicha empresa.
Pero luego del malestar inicial, se inició un romance que lejos de diluirse, se ha ido incrementando con el paso del tiempo. Y es que el moderno gadget que mide 18 centímetros de largo por 13 de ancho y pesa 300 gramos, me permitió –de inicio– almacenar una voluminosa biblioteca gratuita que aún no termino de leer. Dirán los escépticos que eso también se puede hacer en una computadora convencional, en un Ipad y otros aparatos. Craso error. A diferencia de estos dispositivos, el Kindle te permite leer en una pantalla opaca, en una tinta electrónica en blanco y negro, que no cansa la vista ni emite radiaciones nocivas. Y no sólo eso. Este libro electrónico también te permite aumentar el tamaño de la letra –ventaja muy conveniente para los cegatones como yo–, cambiar la posición del encuadre, subrayar los pasajes interesantes y hasta escribir comentarios numerados en los párrafos que desees. Como si fuera poco, tiene un conveniente diccionario en inglés que ofrece el significado de las palabras de un texto, simplemente colocando el cursor sobre la palabra deseada. ¿Algo más? Sí, claro: música en MP3 para escuchar tu música preferida e Internet WiFi para que bucees por horas en la web mientras tomas un café o esperas en la sala de embarque del aeropuerto.
Otra ventaja muy conveniente del libro electrónico es que el lector tiene en la web una inagotable reserva de libros gratuitos –especialmente clásicos– que le aseguran al menos un año de lectura ininterrrumpida. Y respecto a los libros virtuales que ofrecen portales como Amazon o Barnes and Nobles, su costo es mucho más barato y su despacho más rápido que ir a una librería tradicional.
Todo lo anterior, me impulsa a replantear la controversia si es que el libro digital hará desaparecer, con el tiempo, al libro impreso, tal y como lo conocemos. Personalmente creo que sí. El libro electrónico no sólo te da la posibilidad de reducir el área de una biblioteca que ocuparían 3.500 textos impresos a un espacio tan pequeño como una hoja mitad de A4 sino de clasificar tus textos en una forma práctica y ordenada.
A la vuelta de la esquina
No se trata de ciencia-ficción. Según un informe divulgado por la Asociación de Editores Americanos (AAP, por sus siglas en inglés) las ventas de libros digitales (e-books) aumentaron en enero de este año más de un 115% frente al mismo período del año anterior. Y no sólo eso: la venta neta de libros electrónicos aumentó a US$69,9 millones frente a US$32,4 millones en enero del 2010, mientras la venta de libros tradicionales sigue cayendo.
El mismo informe revela que las ventas de libros de tapa dura para adultos cayeron desde US$55,4 millones en enero del 2010 a US$49,1 millones en el 2011, mientras que las ediciones económicas para adultos disminuyeron más de 30% durante el mismo período.
Y si usted piensa que ese fenómeno se da sólo en Estados Unidos, dele una mirada a lo que sucede en España. Allí, las ventas de e-books aumentaron 37,5% en 2010, en gran parte gracias a la digitalización de obras en materias como el derecho y la economía, cuyas ventas han crecido un 68,9%. A contrapelo, las ventas de textos impresos disminuyeron en 7% y las compras de las bibliotecas públicas del país ibérico cayeron en 43,7%.
Recientemente, el director de la Feria del Libro de Frankfurt, Juergen Boos, reveló que un estudio realizado por ellos arrojó que en el 2018 las ventas de contenidos digitales sobrepasarían a las de libros tradicionales. Además, el 39% de los expertos encuestados opinó que la venta de libros online era el fenómeno más importante de las últimas décadas. Hasta el mismo filósofo español Fernando Savater ha declarado que el libro se leerá más en medios digitales que en papel.
Por supuesto, no faltarán los románticos que aducen que nada supera la sensación del olor de la tinta fresca, el pasar con los dedos las páginas de un texto y hasta lo bien que se ve el volumen en la biblioteca de la casa. Bullshit. Los jóvenes y un buen sector de adultos ya viven el mundo digital, y no extrañarán para nada los textos impresos. Esa realidad se acentuará más conforme la tecnología nos brinde dispositivos más interactivos, fáciles de transportar y amigables con el medio ambiente. Sí, especialmente eso. Imagine cuántos árboles dejarían de talarse si al menos la mitad de la población mundial usara libros digitales en vez de impresos. Así que, en lo personal, pienso que ya no hay vuelta de página. O mejor dicho, de la página impresa. Y ahora, si me disculpan, voy a leer –en versión digital– el capítulo de Las mil y una noches, donde el califa Harun Al Rashid se apresta a salir con vida de la casa de tres bellas hermanas que están a punto de decapitarlo.
Me enamoré de ti y qué
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